El charrancito común (Sternula albifrons) es una de las aves marinas más pequeñas de Europa, pero también una de las más activas y elegantes. Ligado a marismas, salinas, estuarios y playas de arena, su vuelo ágil y su forma de pescar en picado lo convierten en un espectáculo discreto y constante sobre las aguas someras.
Su aspecto inconfundible —pico amarillo, antifaz negro y cuerpo níveo— lo distingue a pesar de su tamaño diminuto. Sin embargo, su vida depende de ecosistemas frágiles y muy alterados por la actividad humana.
En Andalucía, el charrancito ha sufrido un fuerte retroceso como consecuencia de la urbanización del litoral, la pérdida de playas naturales y la presión del turismo. Hoy en día, se mantiene como especie vulnerable, con proyectos de conservación que intentan proteger sus colonias de cría mediante cerramientos, señalización o control de disturbios.
Esta galería recoge momentos íntimos de su día a día: vuelos rasantes, cebas, descansos y cópulas, siempre desde el respeto y la distancia. Son escenas que nos recuerdan que lo pequeño también puede ser valioso y que proteger una especie como el charrancito es preservar parte de la identidad natural de nuestras costas.